El esfuerzo por
parte de todos para adaptarnos a los cambios está siendo
grande y digno de reconocimiento. Es necesario, también, que
vivamos esta situación como una oportunidad para desarrollar lo
mejor de nosotros mismos y, sobre todo, para ayudar a nuestros
hijos e hijas a enfrentarse a experiencias cambiantes.
El mantenerse fuerte en un sentido físico y emocional es una herramienta fundamental en todos los momentos. Así dejamos unas ideas a recordar y poner en práctica.
• Cuidar la salud física de la familia practicando buenos
hábitos: horarios y rutinas, procurando mantener los
períodos de sueño y vigilia similares a los habituales;
comidas equilibradas; actividades físicas compartidas en
familia, como bailes, coreografías o tablas de ejercicios.
• Crear un clima de confianza para comentar cómo nos
sentimos y respetar los tiempos en individuales y la intimidad
de cada miembro de la familia.
• Aceptar sus sentimientos, permitir que expresen sus
emociones. Manifestar su tristeza, alegría, rabia o malestar
les ayudará a encontrarse mejor.
• Entender que es importante que expresen sus emociones,
pero sin olvidar que a las conductas ponerles límites.
• Fomentar su autonomía. Es necesario que aprendan a
ocupar su tiempo pero es igualmente necesario también
que aprendan a aburrirse.
• Dejar espacio y tiempo para el ejercicio físico.
• Realizar actividades lúdicas y de participación con la familia
como practicar la relajación, cantar, bailar, contar cuentos,
interpretar cuentos, jugar a adivinanzas, dialogar….
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