Miedo: “¿Me ocurrirá?”
Esta es la emoción más profunda y paralizante que existe. Hay un
miedo sano ,
que es la prudencia, que nos obliga a protegernos y a quedarnos en casa. Y existe otro, el
miedo tóxico, que nos lleva a la histeria colectiva, a pensamientos negativos y al insomnio.
El miedo es una fase pasajera. Es inútil dejarse vencer por la emoción, en muchas ocasiones llega a ser más contagiosa por lo que se escucha y se ve. Posiblemente, porque nos toca la moral y nos deja sin recursos para afrontar la crisis desde la mentalidad positiva del cambio, el sentido común y la fuerza.
Cuanto más sinceros seamos con nosotros mismos, más rápido podremos atravesar el miedo y las emociones negativas que nos ponen a prueba y son oportunidades de aprendizaje si las gestionamos bien.
Con los niños debemos crear los momentos, respetando sus tiempos y empatizando con sus emociones, para sintonizar con su sentir.
Lo ideal es utilizar un enfoque educativo para ayudar a aliviar las emociones negativas y llegar a aquellas emociones (solidaridad, esperanza, confianza…) que nos permitan guiar a niños, niñas, jóvenes a obtener aprendizajes valiosos de esta situación.