Cuento para niños con el objetivo de trabajar la toma de conciencia de las dificultades y la empatía. Estamos en una situación donde la realidad puede crear miedos en los niños y surgen los temores y las pesadillas nocturnas.
A través de la lectura del cuento, los niños y niñas
comprenderán que el miedo está dentro de nosotros mismos, del significado que
damos a aquello que tememos. Es importante que aprendan a enfrentarse
al miedo y para ello el cariño y el apoyo de los demás es fundamental. Tenemos
menos miedo si estamos en compañía, si nos dan un abrazo.
Era una
tarde de otoño como otra cualquiera, hacía pocos días había comenzado el frío y
los días eran más cortos. En la sala jugaba el pequeño Nico, y mientras su
abuelo leía un libro. Fuera había empezado a llover, y Nico tenía miedo del
ruido que hacían los truenos. Intentó no hacer caso a los truenos y seguir
jugando, pero los truenos eran cada vez más fuertes y el pequeño cada vez tenía
más miedo.
El
abuelo leía un libro, junto a la ventana y el pequeño jugaba a su lado
con un pequeño caballo de juguete. Detrás de la ventana la lluvia caía y los
truenos cada vez se escuchaban más fuertes. El niño asustado se acercó al
abuelo y volvió a preguntar.
·
Abuelo, ¿dónde vive el miedo?, ¿Dónde está el miedo?
El abuelo levantó la mirada de su libro y vio el miedo en los ojos de su
nieto.
·
El miedo vive dentro de nosotros. No es lo que te da miedo, eres tú que
tienes miedo.
·
Pero, no lo entiendo abuelo- replico el niño- a mí me dan miedo esos
truenos, y están fuera no están aquí dentro. ¿cómo van a estar dentro de mí si
yo los veo fuera.
El
abuelo río dulcemente y acaricio la cabeza de su nieto.
·
Ven aquí conmigo te lo enseñaré.- Dijo el abuelo mientras colocaba a Nico
sobre sus rodillas. – Es cierto que los truenos están fuera-explico mientras
señala hacía la ventana- pero también es cierto que el miedo está dentro de ti.
Fuera hay muchas cosas que pueden o no pueden dar miedo como la lluvia, los
truenos, los animales, la oscuridad,…muchas cosas. A cada uno le da miedo una
cosa. Pero las cosas cuando están fuera ni dan miedo, ni dejan de darlo. Por
eso a todo el mundo no le dan miedo las mismas cosas.
·
A mí no me dan miedo los animales- dijo Nico en ese momento.
·
Es cierto, Nico- dijo el abuelo- pero seguro que conoces a alguien a quien
sí le dan miedo los animales.
El
pequeño asintió con la cabeza, y el abuelo siguió explicando.
·
El miedo no está en las cosas que dan miedo, el miedo está dentro de
nosotros, de cada uno de nosotros que hacemos que esas cosas nos den miedo.
·
Y, ¿cómo podemos hacer para dejar de tener miedo?-preguntó el niño.
·
Eso es muy fácil-dijo su abuelo- con un fuerte abrazo, tan tan fuerte que
rompa los miedos que tenemos dentro.
Nico no
se creyó lo de los abrazos, pero el abuelo le abrazo muy fuerte y poco a poco
dejo de tener miedo. Desde entonces cada vez que Nico ve a alguien que tiene
miedo de algo le abraza muy fuerte para romper sus miedos.
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